Si bien la educación para la paz tendría que estar integrada en los centros educativos desde siempre, en momentos como el actual, en el que tenemos una guerra cerca y todos los chicos y chicas habrán oído a hablar, es más necesario que nunca insistir.
Las televisiones y todos los medios de comunicación nos hablan de guerra, de armas, de combates, de muertes, de refugiados… y seguro que nuestro alumnado se hace muchas preguntas y se comienzan muchos debates. Y yo creo que es, en momentos como estos, que es necesario reforzar todavía más la cultura de la paz en nuestros centros educativos, profundizar en las causas de las guerras, comprender los intereses que están en juego y entender el drama de las personas que tienen que huir de su país para salvar la vida.
La educación para la paz es una educación crítica y emancipadora, que da elementos para construir unas relaciones entre las personas que sean justas y sin violencia, permite analizar críticamente los conflictos sociales y los conflictos armados y ayuda a construir un mundo donde los conflictos se puedan resolver sin guerras y sin muertes.
Y para hacerlo posible, hay que incidir en dos aspectos:
– La formación individual (de cada uno y una de nuestros alumnos) y las interrelaciones dentro del aula y en la organización del centro en general
– El análisis crítico de los conflictos y la comprensión del funcionamiento del mundo.
1.La formación individual parte de la transmisión y la práctica de los valores que hacen posible que los chicos y chicas aprendan a relacionarse y a resolver los conflictos de forma no violenta. Se trata de ofrecer vivencias y reflexiones para poder interactuar con los demás desde la igualdad y la justicia, la solidaridad y la empatía y descartar el abuso y la discriminación. La escuela es uno de los espacios más privilegiados de socialización de nuestros niños y jóvenes y justamente por eso, es un espacio privilegiado para el aprendizaje de relaciones igualitarias y solidarias.
El espacio educativo proporciona muchas situaciones en las que practicar estas actitudes, hay que aprovecharlas y ayudar a cada alumno/a a construir un sistema de valores propio que se base en los valores de la paz y los derechos de todas las personas. Hay un montón de recursos didácticos que nos pueden ayudar a trabajar dentro del aula.
Pero lo más importante es tener claro que las relaciones que se dan dentro del aula, tanto entre el alumnado como entre éste y el profesorado, son capitales para ayudar a construir una cultura de la paz, y no sólo para evitar los conflictos. De hecho, el tratamiento sin violencia de los conflictos es uno de los puntos importantes. Hace falta no rehuirlos, sino aprovecharlos para hacer una reflexión y buscar la solución de manera pacífica.
Es importante, por ello, no dejar pasar ninguna actitud en contra de estos valores, la discriminación, el bulling, los insultos, el acoso, las injusticias, las imposiciones, las peleas… hay que enfrentarlas y resolverlas.
También son importantes las relaciones en general que se dan en la estructura del centro educativo. La democracia, la participación, el debate y el consenso, son maneras de funcionar que acaban repercutiendo en el alumnado. Hace falta que todas las personas que participan en el centro sean un ejemplo para el alumnado, así como las relaciones entre ellas.
2.El análisis crítico de los conflictos y la comprensión del funcionamiento del mundo, son el otro aspecto a tratar si queremos educar para la paz. Y esto quiere decir impartir aquellos conocimientos que ayuden al alumnado a comprender las causas y las consecuencias de la guerra y la violencia en el mundo.
Debemos hacer explícito que la violencia es una manera negativa de resolver los conflictos. Con la violencia no gana la razón ni la justicia, sino la fuerza. Y el más fuerte no tiene por qué ser el mejor. Por otro lado, la violencia nunca resuelve ningún conflicto, sino que lo esconde. La imposición por la fuerza solo se puede mantener con la fuerza y cuando esta cambia de manos, el conflicto resurge.
Hay que estudiar como el uso de la violencia siempre crea sufrimiento y a menudo crea más problemas de los que pretendía evitar. La guerra es una de las situaciones de la humanidad que más sufrimiento ha causado y continúa causando: muertos, heridos, violaciones, desplazamientos, hambre… De hecho, en las guerras es donde todos los derechos humanos quedan conculcados y donde todas las normas y leyes que las sociedades hemos pactado para la convivencia, quedan conculcadas. Es la expresión más inhumana de los seres humanos.
Hay que analizar cuáles son las causas de las guerras, las pasadas y las actuales, y ver como detrás de ellas siempre hay intereses económicos y/o de poder de una minoría que son quienes deciden empezar la guerra, pero no los que la sufrirán en sus carnes.
Es importante estudiar la influencia que tienen las multinacionales que fabrican las armas y como, con el sufrimiento de las personas, se enriquecen de manera astronómica. Y como la industria armamentista se lleva una cantidad de dinero del estado (que hemos pagado todos y todas con nuestros impuestos), que se podrían y se deberían dedicar a resolver las necesidades de las personas y no a producir artefactos para matar y destruir. Hace falta que los chicos y chicas tengan claro que hay que presionar a nuestros gobernantes para que dedique los recursos públicos al bienestar de la población y no a agrandar sus ejércitos y su armamento.
Hace falta que el alumnado entienda las migraciones como resultado de las guerras y/o las malas condiciones de vida y elabore sentimientos de solidaridad y no de desprecio y/o racismo. Conocer nuestra historia, nuestra guerra civil y la cantidad de personas que tuvieron que huir de nuestro país, ayuda a recibirá los inmigrantes actuales con empatía y no con rechazo. Hace falta que el alumnado tenga conocimiento de los conflictos armados actuales, no solo en Ucrania, y de las condiciones de vida de los países de los que llegan los actuales inmigrantes y/o refugiados.
Finalmente, hay que ligar la paz con la justicia. La desigualdad, la explotación, la pobreza, la carencia de derechos solo se aguanta con grandes aparatos policiales y con el uso de la fuerza. Hacer posible unas condiciones de vida dignas para todo el mundo, viva donde viva, es una manera clara de evitar conflictos. Tendríamos que conseguir que nuestro alumnado saliera de la educación obligatoria con un claro rechazo a la injusticia social y a la violencia, y con una buena disposición para incidir en la sociedad para mejorarla.
Para acabar, una pequeña reflexión sobre la actualidad. La guerra de Ucrania, como todas las guerras, es de una gran complejidad, por eso hay que dar herramientas a nuestro alumnado porque no se quede con la versión simplista de “buenos y malos”, sino que pueda conocer las raíces históricas y las causas de fondos del conflicto. Hay que analizar críticamente tanto la invasión por parte de Rusia como el papel de la OTAN y la UE en esta guerra.
Hay que ayudar a nuestro alumnado a analizar la sobreinformación y las fake-news que se están llevando a cabo en los medios de comunicación y en las redes sociales, y a identificar y rechazar los discursos de odio que circulan por las redes.
Es importante también que el alumnado sea consciente que no solo en Ucrania hay un conflicto armado, sino que, en este momento, como mínimo sufren una situación de guerra al menos 34 países y que, en todas partes al igual que en Ucrania, quien más sufre es la población civil y, sobre todo, las mujeres y las criaturas.
En definitiva, educar a nuestros niños y jóvenes en la convicción de que hay que cambiar un mundo profundamente desigual e injusto y que la violencia nunca es el camino, es la mejor manera de trabajar para la paz.
Rosa Cañadell
Licenciada en Psicología y profesora. Articulista. Miembro fundador del SIEC (Seminario Itaca de Educación Crítica). Activista en defensa de la educación pública